La clasificación de suelos es un indicador universalmente aceptado de las propiedades físicas de los suelos. La clasificación que mejor se adapta para reflejar las propiedades de un suelo como subrasante es la de la AASHTO. Sus variables de entrada son la granulometría y plasticidad.
En general un suelo, de acuerdo a su granulometría, se divide en:
• Grava: tamaño < 76.2 mm (3") hasta tamiz No. 10 (2 mm),
• Arena gruesa: tamaño < 2 mm, tamiz No. 10 hasta tamiz No. 40 (0.425 mm),
• Arena fina: tamaño < 0.425 mm tamiz No. 40 hasta tamiz No. 200 (0.075 mm),
• Limos y arcillas: tamaños menores de 0.075 mm (pasa tamiz 200).
Según AASHTO, un suelo fino es aquel que tiene más del 35 % que pasa el tamiz No. 200 y se denominan comúnmente: A 4; A 5; A 6 ó A 7.
Dos suelos finos con granulometría muy similar pueden tener propiedades muy diferentes según su plasticidad, la que se analiza sobre la fracción que pasa el tamiz No 40. Esta propiedad se analiza con los límites de Atterberg (AASHTO T-89 y T-90) que son:
• Limite líquido L o LL: porcentaje de humedad máximo que puede tener un suelo para poder ser amasado.
• Límite plástico p o LP: porcentaje de humedad mínimo que puede tener un suelo para ser amasado.
• Límite de contracción s o LS: porcentaje de humedad por debajo del cual el suelo no pierde más volumen.
En ingeniería vial interesan principalmente el LL y el LP, cuya diferencia es el índice de plasticidad, que indica la plasticidad del material o sea el rango de humedades dentro del cual el suelo puede ser amasado.
Resumiendo, se puede decir que para suelos gruesos la propiedad más importante es la granulometría, mientras que para suelos finos es la plasticidad.
En la Figura 4.1 se ve la ubicación de los distintos suelos finos, de acuerdo al gráfico de plasticidades de la AASHTO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario